
Texto por Gerardo Sierra.
Cuando se piensa en creatividad, pocas veces se considera el papel que tienen los materiales arquitectónicos en el día a día. Sin embargo, son ellos quienes, a través de color, textura y movimiento, pueden transformar un muro en protagonista o darle identidad a un espacio entero.
Bajo esa premisa surge Flow, la más reciente serie decorativa de la firma mexicana Firenze. Inspirada en la armonía natural y concebida como un recurso para arquitectos y diseñadores, la colección propone siete variantes —White Ice, Tender Gray, Dark Gray, Black, Green, Peacock Green y Deep Blue— que se adaptan tanto a interiores residenciales como comerciales.
Más allá de su durabilidad y calidad técnica, el valor de Flow recae en la forma en que materializa una idea: que cada espacio puede narrar una historia distinta. Al jugar con sus matices, los profesionales encuentran un medio para explorar la relación entre lo funcional y lo estético, y así imprimir carácter a cocinas, baños o ambientes de convivencia.
En palabras de la propia firma, el objetivo es ofrecer un soporte decorativo que aporte movimiento y distinción al diseño arquitectónico. En otras palabras: hacer del porcelanato un recurso creativo que trasciende su carácter utilitario para convertirse en un gesto de estilo.
Y quizá ahí está lo más interesante: pensar en cómo la elección de un color, de una textura o de un material puede cambiar por completo la experiencia de un espacio. Ya sea al remodelar un departamento, actualizar la cocina o imaginar un nuevo proyecto, conversar con arquitectos y diseñadores abre la puerta a posibilidades que van más allá de lo funcional: crear lugares que se sientan realmente propios.